Razones por las cuales deberias usar el vestido [Privado]

¿Hablaremos de revolución? Fue lo primero que había dicho Lamentia cuando un chico del club de teatro le había preguntado para hacer una pequeña obra en una representación de la vida de la aristocracia francesa durante el siglo XVII. Le había parecido un poco extraño eso, seguramente le habían pedido aquello por su forma de vestir (era llamativa y él lo sabia). Sin embargo, la proposición no había sido lo más extraño, sino que le pidiese que buscase al chico rubio que aspecto femenino que buscaba hacer siempre protestas. Lamentia no había podido evitar reír con eso, había pensado en que tendrían una opinión un poco diferente sobre su amigo Enjolras, pero no dijo nada sobre eso y solo fue hasta su banco, dejándole ahí una nota:

“Estaré en el salón de teatro, búscame ahí para hacerte una propuesta bastante seria”

Su letra era bastante linda, por lo que esperaba que entendiese el mensaje. Sin mucho más protocolo que dejar la carta ahí, escrita en papel negro y tinta plateada, se fue hasta dicho salón de teatro. No había mucho ahí, si era sincero, pero sabía que nadie se reunía en ese salón a esa hora.

Una vez se acomodó en el suelo, sobre una manta que había por ahí y dejando su sombrero a un lado, enterró su cabeza en un libro sobre las zarinas. Había leído unas cinco veces ese libro, pero simplemente no podía cansarse de leer sobre esas mujeres. Esas mujeres no le desagradaban, al contrario, pensaba en que hacía falta un poco mas de mujeres así… no era que fuese a enamorarse de ellas pero sin duda podría estar con ellas así fuese como amigos… por un momento pensó en aquello y después se le vino a la mente lo que diría su amigo idealista sobre ellas. Seguro tampoco le agradaban.

Enjolras era una persona muy bien planeada, era una habilidad necesaria cuando se llevaba la vida como él la tenia. Toda su mañana había sido tan solo momentos borrosos en su memoria, había llegado temprano a investigar ciertas cosas en la biblioteca de la universidad, para luego a las nueve empezar su rutina en las clases. Honestamente sus clases habían sido algo tediosas, el problema con alguien tan aplicado en la política y sus variantes, como el rubio francés, era que gran parte de lo que se les era enseñado ya lo sabia. Había interrumpido mil y un vez a dar su opinión, sorpresivamente nadie parecía quejarse de sus palabras, mas el profesor ya estaba indeciso si mandarle a sentar o dejarle hablar sobre sus ideas tan concisas; al final le habían hecho parar, la clase simplemente no podía continuar con tantos versos idealistas, era en parte ridículo pero nadie lucia querer ir en contra de lo que predicaba. Al terminar sus horas, se salto el tiempo de almuerzo para dar panfletos haciendo publicidad al club que intentaba crear.

Sin darse cuenta, ya había llegado la hora en la que normalmente se reunía con la única amistad que había logrado tener desde su estadía en aquel bizarro lugar. Su ceño se frunció sin poder evitarlo cuando al ver la banca usual, esta estaba completamente vacía. No fue hasta que se acerco que notó aquel pedazo de papel negro atrapado entre la madera para no dejarlo volar. Lleno de curiosidad tomo la hoja entre sus delicadas manos y leyó el mensaje, una parte de si no pudo evitar preocuparse, ¿Qué podía ser considerado una propuesta seria? Guardó con rapidez la hoja en su bolsillo y con los hombros tenso y ojos decididos fue directo al salón de teatro, parecía que aunque se cayera el cielo, nada detendría su camino

No le costo mucho encontrar el salón, aunque jamas en su vida lo había pisado. Era claro que el lugar estaba vació a excepción de la figura familiar sentada en el suelo, una de sus cejas se levanto mientras daba pasos seguros hasta terminar frente a él, viéndole desde arriba sin pestañear. -Zarinas.- Fue su manera de saludar, notando el libro en las manos contrarias, su tono había sido tan desaprobatorio que causaba escalofríos, aunque era claro que no era hacia el estudiante, sino el tema de su lectura.

No escuchó los pasos de su amigo mientras leía sobre Ana, una de las zarinas más crueles y extrañas de la historia. Le podía recordar a alguien si era sincero, a alguien que por suerte terminó en la cárcel. Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por aquella palabra: Zarinas. Casi parecía tener odio hacia la palabra, tal y como se lo había esperado. - Oh, ya llegaste, Enjolras – cerró el libro y lo dejo sobre su bolso, poniéndose de pie solo para saludarle-. Supuse que no te agradarían, aunque para mi fueron mejores que Stalin – agregó casi temiendo que le diese un gran discurso sobre la igualdad o contra la aristocracia… a veces se preguntaba si el chico en verdad era de izquierda.

Dejó de pensar en el tema de la política y se acercó hasta unas cajas que había ah. Tomo una bastante grande, caminando con cierta dificultad hasta él de nuevo, dejando la caja frente al rubio y se puso a buscar algo en ella.

- Lamento el misterio tras mi nota – comentó aun viendo la caja, sacando unas pequeñas mascaras con plumas y cosas por el estilo, lucían como para una masquerade-. Pero quería pedirte un pequeño favor que me pidieron a mí – terminó sacando algo de la caja al final. Era un vestido un tanto simple, simplemente era azul y parecía sacado de una película de Disney sobre princesas con aquellas mangas abombadas y corte imperio. Era simplemente un vestido-. Me pidieron ayudar en una obra del club de teatro para una de mis clases de historia Europea, y me preguntaron si… podías ayudarnos. Aunque claro, el vestido es opcional de momento – sonrió acercándose para ponerle el vestido solo por enfrente, viendo como le quedaría. Esperaba un golpe… o un discurso. Si, lo segundo era más Enjolras.

Su boca se abrió inmediatamente para dar su opinión, pero se cerro enseguida para dar paso a la curiosidad cuando le observó traer una caja bastante grande entre sus manos. No le dio tiempo de ayudarle cuando ya dejaba aquel objeto frente a él, el rubio solo levanto una ceja, frunciendo los labios tratando de adivinar cual era el misterioso contenido de la caja.

-¿Un favor sobre qué?- No pudo evitar responder antes de que su compañero terminara de explicarse, había sido automático, necesitaba respuestas. Todo había sonado bastante serio y ahora solo lograba ver una prenda bastante ostentosa frente a sus ojos, un vestido. Su mente trato de sacar sus propias conclusiones pero la expresión del rubio solo dejaba ver dos cosas: Molestia y confusión. Enjolras no sabia nada sobre ropa, y muchos menos sobre teatro, su don estaba en la política y la historia. -Ayudar... ¿Exactamente cómo?- Preguntó serio, no queriendo darle mas vueltas al asunto.

Su cara se transformo completamente, perdiendo su usual seriedad cuando noto como le ponía el vestido por encima. Inmediatamente dio un par de pasos para atrás, viendo la prenda incrédulo, subiendo luego la mirada para ver a Lamentia de la misma forma. -Explícate, ahora.-

Le vio retroceder y sonrió un poco. Había imaginado que no le sería tan sencillo convencerlo de aquello, pero para algo era bueno escuchando, le daba a veces ciertas ventajas sobre la gente. Dejo el vestido sobre la caja con cuidado, yendo a tomar su sombrero como si le diese mucha más confianza. Se lo acomodo en la cabeza y se volvió a verle.

- Es una pequeña representación sobre la vida de la aristocracia europea en el siglo XVI, nos tocaría Francia. Sé que no sería tu favorito para hacer, pero es solo un favor que personalmente, como Lamentia von Kreuger te lo pido – dijo con calma, hablando suavemente como casi siempre que lo hacía, aun cuando su voz era bastante ronca por tanto fumar-. Es para mi clase, es un grupo que estudia conmigo y es una clase representativa… nos daría nota extra – agregó después, metiendo la mano en su chaqueta con la intención de sacar su cajetilla de cigarros, pasando de eso después de recordar que a su amigo no le gustaba.

Por un momento vio alrededor, viendo un par de sillas y yendo a buscarlas. Le molestaba un poco estar hablando de pie, era demasiado alto para estar hablando con alguien así. Le daría dolor de cuellos a ambos. Le ofreció una silla, sentándose él en la otra. – Hablemos con calma – dijo con esa calma característica suya-, es un trabajo, un par de líneas, no demasiadas cosas… se que con tu habilidad de discursos podrías hacerlo.

La voz contraria parecia lanzar ondas de calma, no es que le afectara exactamente, pero comprendia que no debía entrar en ninguna clase de pánico por aquello. Sabia que su reacción era mayormente la sorpresa y el shock, no era tan ingenuo para no notar que su propia apariencia era mucho mas femenina que el resto de los de su genero. Y no es que fuera un insulto, estaba completamente a favor de hombres usando ropa de mujer y mujeres ropa de hombre. Pero había sido muy espontaneo, ademas ...

¿Aristocracia?

Tan solo a la palabra podía sentir su mandíbula tensarse, pero cuando comenzó a explicar sentía que no sabia como responder. Era un favor, y era algo que necesitaban al parecer. Era su amigo y se lo estaba confiando, eso le dejaba en una encrucijada, detestaba la realeza pero era solo una simple representación. Escucho un suspiro salir de sus labios mientras sus ojos iban a la silla que el otro le ofrecía, sentándose en esta rápidamente.

-¿Por qué, yo? Seguro hay alguna mujer, o joven queriendo lucir para el papel, ¿no?- Era una pregunta valida, podía hacerlo, pero quería saber porque necesitaban que fuera justamente él. -¿Qué tuviera que decir?- Dios, ni siquiera estaba seguro que tuviera tiempo para eso, pero le escucharía al menos.

El mini-ataque de pánico que pareció haberle dado al rubio no podía más que dibujar una sonrisa en los labios de Lamentia, aunque seguramente ya se notaba en su cara… carecía de eso que llamaban “poker face”. Terminó arreglándose su sombrero y observo a su amigo. – Dirías como cinco líneas, aun no me dan el libreto – explicó confiando en lo que le habían dicho su compañero de clases-. Me dijo que sería algo como una queja inconveniente sobre tu falta de un pendiente, mientras tu pueblo… pues no está bien – no pudo evitar reír cuando dijo aquello, no podía imaginarse a Enjolras diciendo algo banal, luciendo en un vestido ostentoso y seguro con una cascada de rizos rubios. No lo podía imaginar, pero sin duda le gustaba la idea.

Sin terminar de responder se puso de pie un momento, yendo a buscar una pequeña tiara que había visto por algún lado. Registró un poco hasta que consiguió una pequeña diadema plateada con algunos cristales rojos y una corona mucho más grande, un poco absurda. Se acercó de nuevo a Enjolras, arreglándole un poco el cabello antes de ponérsela. Sonrió de nuevo, volviendo a sentarse. - Te ofrecen a ti el papel porque dicen que no hay nadie más que llegue a hacer un mejor papel de aristócrata francés… porque eres francés y de hecho todos piensan (y en esto podría sumar un poco mi voz) que te verías bien con ese vestido. ¿Quién lo diría? Eres popular de esa manera – su calma seguía siendo inmensa, pronunciando cada silaba correctamente, nada le apresuraba y menos a decir aquellas cosas-. Tal vez… así puedas convencerles un poco mas de tu causa, ¿no lo crees? A veces la gente debe conquistársele de maneras diversas. Además, ninguna chica podria competir contra ti... aunque mi opinion no es objetiva en ningún sentido.

Por un momento se sintió jugando con fuego. No era que quisiera tener problemas con Enjolras; era su único amigo. Pero en parte tampoco mentía. Seguro se vería bien y ya planeaba en su mente como vestirle. “Ya estas mal, Lamentia”, se dijo a si mismo mentalmente, acomodándole un poco el cabello.

Frunció el ceño, era claro que el que seria su papel le hacia la piel arder, como podría el hacer siquiera eso cuando sentía tanto odio por lo que tendría que representar, Enjolras no era actor y no sabría si podría sacarlo. -No me siento cómodo con esto.- Extrañamente murmuro, viendo como el otro se alejaba a buscar algo, estaba bastante seguro que su amigo no le había escuchado y el rubio sentía una presión en el pecho. Agradecía que su cara solo parecía mostrar disgusto.

Ni parecía pestañear cuando las manos contrarias encontraron su cabello y una pequeña diadema era colocada sobre su cabeza. Su mirada se dirigió al suelo, sus labios fuertemente pegados en una linea recta y su mente dando vueltas. El francés sabia que podía ser considerado hermoso, y no había nada mas que el joven detestara mas sobre su persona que eso. Estaba bien cuando de llamar la atención de masas se trataba, pero muchos parecían mas distraídos por su rostro que por las palabras que salían de sus labios. Había mil veces que necesitaba probarse y demostrar que si sabia de que hablaba y las palabras de su compañero caían de golpe en su persona, por supuesto que seria popular por aquello.

Suprimió un suspiro, ya sabia cual seria su respuesta. No podía negarse no cuando se lo pedían de aquella forma, no cuando realmente lo necesitaban, por mucho que eran razones vagas la única solución iba directo hacia él. Aun sin subir la mirada, pareciendo estar perdido en sus pensamientos, asintió. -Lo haré.- Terminó por decir, poniendo una mano sobre el pecho de Lamentia para que no siguiera hablando. -Deben permitirme traer mis panfletos. Y en la vista de algún problema, me voy.- La palabra 'problema' parecía ir mas allá de lo casual que sonaba. No deseaba nadie molestandole innecesariamente por su apariencia, ni extraños sintiendo las libertades en tocarle.

Escuchó su aceptación del papel y sonrió, tomando su mano con cuidado y delicadeza. Sus manos eran más suaves de lo que había esperado en realidad, aunque sabía que su amigo no era exactamente un chico de los bajos barrios. Era un poco obvio, tanto en su forma de hablar como en su forma de actuar y educación. Era alguien que le atraía de alguna u otra manera, pero era totalmente impensable para él.

- Muchas gracias, Enjolras – dijo con suavidad, seguro su mirada expresaba alguna clase de tristeza con ese pensamiento-. Puedes traer todos los panfletos que quieras, ¡puedo ayudarte a escribirlos si quieres! Mi letra es bastante linda… - se calló por un momento, sintió que se le estaba yendo de las manos sus palabras.

Terminó por apartarse, viéndole con una débil sonrisa. Dejó la corona que había agarrado a un lado, sobre la silla. Se acercó después a su amigo y le quito la tiara que le había puesto, seguro no querría tenerla más en la cabeza.

- Lamento mi emoción de hace un momento – se disculpó en un murmullo, acomodándole el cabello rápidamente y apartándose-. Me aseguraré de que no haya ningún problema, no querría quedarme solo en media interpretación… pensaran que me odias… - rió un poco, volviendo a sentarse, viendo sus uñas por un momento, se había dañado una de las largas uñas barnizadas de negro-. Oh, no espera… no pensaba decir eso –agregó después-, es solo que… bueno, no es que la gente me agrade mucho… tal vez no puedo apreciarla como tú.

Sintió de nuevo que la situación se le iba a de las manos. De alguna manera se había emocionado con hacer aquello con Enjolras, aun cuando sabia que él no lo iba a disfrutar; y se había decepcionado un poco cuando había aceptado tan fácilmente… ¿o era porque había aceptado? ¿Acaso había esperado que no lo hiciera? Ni el mismo se entendía muchas veces… ya se comenzaba a creer un malcriado.