Trabajo mal pagado [Priv. Serah Farron]

por **Snow Villiers** Lun Jul 08, 2013 8:58 pm

Eran las cuatro de la tarde por cuando le llamaron para que estuviera en la estación. Pese al mes y época del año en la que se encontraban, el calor aun era un tanto intenso y, para un tipo que incluso en días como esos vestía con bastantes ropas, el sudor de un momento a otro se haría presente por su rostro más que por otro lugar a una visual fija.

Mientras caminaba hacia la estación se detuvo en una tienda de 24 horas para poder comprar algo de merienda. Sabía que aun no era la hora para eso pero se percató de que si le pedían algo realmente gordo, no aguantaría, necesitaría fuerzas y lo mejor era comer aunque solo fuera una simple bola de arroz. Dentro de la tienda miró los estantes hasta que decidió coger un pack de dos sandwichs, los cuales pagó una vez fue al mostrador y se despidió del dependiente con una suave reverencia de cabeza para luego salir de la tienda, abriendo aquella caja para coger uno de los sandwichs y comenzar a comerlo lentamente, degustandolo.

Suspiró y alzó sus orbes hacia el duelo azulado de aquel día, pocos otoños podían verse de aquel modo tan veraniego y le parecía realmente increíble, pero de todas formas se sentía bastante cómodo, el frío no era ni su aliado ni de su agrado.

Finalmente, tras el paso de unos quince minutos, llegó a la estación pero se detuvo en la entrada para poder terminarse aquellos sandwichs, los cuales le parecieron deliciosos y que quizás volvería a comprar. Casi que se atragantó a comer con tanta rapidez el segundo pero tras unos golpecitos en el pecho, esa sensación de ahogo se pasó, dando paso a un suspiro de alivio y una sonrisa, tras la cual se puso finalmente en camino hacia el interior de la estación.

Buscó con la mirada al encargado de aquel lugar hasta que, a lo lejos, éste le hizo un gesto con la mano y por ello se encaminó hacia él. Una vez quedó frente a este le saludó, recibiendo el comentario de que uno de los trenes estaba un tanto estropeado por lo que tendría que revisarlo. Snow no tuvo problema alguno, simplemente asintió y le siguió los pasos al otro tipo, el cual le dejó frente a aquella máquina.

De un salto bajó del andén para ver aquel tren detenido y aparte de los demás para ser revisado. Le echó un vistazo y buscó la zona donde quedaba el motor principal, el cual, una vez encontrado, ojeó hasta hallar el problema pues una de las válvulas se había escapado y por ello el tren se negaba a arrancar.

Se separó del tren para coger el maletín de herramientas que le dejaron los de allí y tras eso se acercó de nuevo al tren para comenzar a arreglarlo, enganchando la válvula a la zona correspondiente aunque antes tuvo que cambiar un pequeño tuvo que pareciera que iba a "morir" pronto y no quería volver a ir para arreglarlo dentro de pocos días.

Aquello pese a parecer poca cosa necesitaba su tiempo, pasó al menos una hora hasta que terminó, su rostro estaba empapado en sudor, pues el sol justo golpeaba en la zona donde él se dedicaba a arreglar aquel mastodonte. Suspiró cuando al fin todo había terminado y guardó las cosas, subiendo al andén y darles el maletín con una sonrisa mientras esperaba el pago, el cual recibió no mucho después aunque...- ¿Usted me está tomando el pelo, no? -Comentó con un rostro algo idiota al encargado y este le negó, explicándole el motivo de ese poco precio.

Simplemente, el rubio chasqueó la lengua, y por no discutir y quedarse sin nada, permaneció en silencio y le dio la espalda para marcharse hasta que les perdió de vista. Con su mano se rascó la nuca para luego contar aquel poco dinero, el cual era una miseria por arreglar el problema de una máquina tan grande.- Como no lo han arreglado ellos... Tck... Ahora tengo que aguantar esto, menuda lata... En fin, al menos es mejor que nada... -Se comentó a sí mismo y guardó aquel dinero en el bolsillo de su larga y gruesa gabardina de color beige mientras que con su mano libre se intentaba sacar la grasa del motor y el sudor de la frente, aunque aquellos guantes de, parecido a cuero, no ayudaban demasiado. Maldecía el no tener un pañuelo o toalla a mano. En cuanto llegase a su pequeño apartamento. lo primero que haría, sería darse una ducha con agua bien fresquita.