Bajo la sombra de un árbol [Público].

Caminé apresuradamente por el instituto, desorientándome en más de una ocasión gracias a no conocer a pleno el establecimiento. Esquivé todo lo que estuviera en mi camino, corriendo como alma que lleva el diablo con mi libro en brazos. Más de una vez los estudiantes me observaban extrañados ante tanta prisa de mi parte cuando pasaba cerca de ellos, mas no me importaba. Solo una cosa surcaba por mi mente, llegar al campus.

La campana había sonado hace solo unos minutos, y luego de que la señorita Katsura se despidiera dejando a los alumnos del aula A poder disfrutar del primer intervalo entre periodos, había salido disparada hacia el campus, haciendo una parada a mi casillero para sacar el libro que había traído conmigo.

Las presentaciones no eran lo mío, y me convencía a mí misma que hace un rato no hice el ridículo en el intento.

Me percaté que ya estaba entrando al ansiado lugar. Chillé de alegría, era el sitio perfecto para dedicarse a leer. La directora me había explicado que aquí los estudiantes universitarios se la pasaban de lo lindo leyendo, y eso para mí era más que suficiente.

Me detuve en medio del campus y busqué con la mirada algún sitio tranquilo. Hallé un gran y frondoso árbol en uno de los sitios más apartados y, extremadamente ansiosa, corrí hacia él. De un salto me senté y apoyé sobre el tronco de este, bajo la gran sombra que el abundante follaje en sus ramas otorgaba. Abrí el libro que traía en brazos en la página marcada y comencé a leer.

—Ah... Esto es perfecto.

Después de el gran momento de estar más rojo que un pedazo de la bandera de mi país y que de un tomate, salimos todos los compañeros del Aula a un descanso. Me quedé un poco más ahí que los demás para relajarme un poco de lo sucedido y escuchar algo de música. Gasté 5 maravillosos minutos de sueño de el receso en el salón, tomé mi pan de judías que me compré antes de ir a la escuela, y salí al patio.

Estaba buscando con mis ojos un lugar tranquilo para descansar, y logré divisar un gran árbol de hojas verdes, me senté del lado derecho, y empecé a comer mi pan de judías.

Pero de repente, logré identificar una voz.

- Ah... Esto es perfecto.

Oh, no. No. Si la veía me sonrojaría más que como en las clases hace unos minutos. Traté de hacer el mínimo ruido al comer el pan de judías, y cuando me levanté para irme de ahí lo más silenciosamente de ahí; Tropecé.

- ¡GYAAAH! - Grité.

"¡No! Idiota... cualquiera se daría cuenta que Margarett mentía. Qué imbécil resultaste ser, Dastan. Me decepcionas..." pensé en mi mente al leer la última línea del décimo sexto párrafo del capítulo. Tensiones sexuales, eso era lo que el libro representaba. Un poco morboso, pero ya que.

Dejé escapar un ligero gemido de excitación al seguir leyendo. ¡Ahora venía la parte en que Dastan debía decidir entre unirse a los caballeros templarios o seguir protegiendo la ciudad de Valhalla desde las sombras! Apreté inconscientemente el libro entre mis manos, era demasiada emoción en un par de líneas.

Algo me alertó, sentí una ligera presencia a mis espaldas. Me encogí de hombros restándole importancia; probablemente solo era un estudiante que había pasado por allí.

Los minutos pasaban y me ponía cada vez más nerviosa al punto de hacer rechinar los dientes de lo apretados que los tenía, haciendo el intento de no chillar como una condenada. Cosa difícil, la verdad.

No, no, ¡No! Estaba en la mejor parte. No pude contenerme.

Abrí la boca preparándome para gritar de emoción, sin embargo, algo sucedió.

—¡GYAAAH! —escuché que gritaban a mis espaldas, seguido de un golpe sordo.

Sobresaltada, me volteé con el corazón en la mano, percatándome de que algo, en realidad alguien estaba postrado en el suelo. Al principio no reconocí quién era, pero luego de unos segundos me di cuenta de que no era ni más ni menos que Nicolae, el gracioso y tierno Nicolae...

El mismo sujeto que acababa de interrumpir mi lectura.

Fruncí ligeramente el ceño.

—Eres un poco extraño... ¿Qué hacías allí? —pregunté de curiosa.

Le observé un tanto indecisa, había esbozado una ligera sonrisa. Clavé mis ojos en los suyos, aún frunciendo el ceño, sin embargo, no tardó en aparecer un ligero ardor en mis mejillas. Volví a apoyarme sobre el tronco del gran árbol, pero esta vez tomé a Nicolae del brazo y lo jalé hacia el suelo, provocando que se sentara a mi lado.

Solté un suspiro.

—¿Sabes? Nunca había oído hablar sobre el pan de Judías. ¿De qué está hecho? —sonreí ligeramente, ladeando la cabeza, dejando el libro que anteriormente estaba leyendo a un lado, sobre el césped.

Ya podría retomar el asunto con Dastan después, ahora estaba Nicolae...

Cross-chan... Digo, Crosseyra se sonrojó, no pude evitar esbozar una ligera sonrisa. Estaba perdido y navegando en mis pensamientos cuándo de repente sentí como Crosseyra me tomó del brazo y me jaló para que me sentara con ella, o al menos eso creo.

Soltó un suspiro. Solté una risa idiota.

- ¿Sabes? Nunca había oído hablar sobre el pan de Judías. ¿De qué está hecho? - Esbozó una pequeña y diminuto sonrisa, lo suficiente para que mis mejillas se tornaran rojas, y ladeó la cabeza. Dejó el libro que estaba leyendo antes de que yo la interrumpiera.

- Oh... - Dije - El Pan de Judías es un Pan de Japón relleno de Anko... Resumiendo, el Anko es una pasta de Judías o algo así - Hablé - Lo compré para desayuno pero ya venía tarde, así que lo almorcé aquí - Expliqué. Deje de hablar y le di otro mordisco a mi Pan. - Pru-pruebalo... Cla-claro, si quieres...

—Oh... —le noté un poco extrañado ante mi inesperada pregunta. Observé el aperitivo en sus manos y volví a mirarle. —El Pan de Judías es un pan de Japón relleno de Anko... Resumiendo, el Anko es una pasta de Judías o algo así. —me explicó normalmente, el tartamudeo había desaparecido.Bueno... tal vez hablé demasiado pronto. —Pru-Pruébalo... Cla-claro, si quieres... —me ofreció.

Era amable, muy amable. ¿Existiría algún otro muchacho como él? Lo ignoraba, pero Nicolae era lo más acercado a lo que yo consideraba "un chico tierno". Serah una vez me comentó sobre un chiquillo que le atraía; y yo, muerta de los celos, hice un espectáculo, asustando al muchacho. Ella no volvió a hablarme en una semana. Yo siempre considerándome la mayor, excesivamente sobreprotectora.

Volví de mis pensamientos, recordando la oferta hecha.

Negué con la cabeza.

—Es muy amable de tu parte, pero no tengo apetito; además he traído conmigo un poco de dinero para ir a almorzar a la cafetería en unos minutos más... —iba a ofrecerle si deseaba acompañarme, pero me retracté inmediatamente. Sentí que no sería sano para mi salud cardíaca el estar con Nicolae mucho tiempo. Suspiré. —Solo vine aquí a leer un poco, pero ya estaba por marcharme... —sonreí, en el fondo no quería despedirme...

Esperaba la respuesta de Crossseyra. Al parecer estaba recordando... cosas. Si, cómo que comió ayer, si se baño o no y cosas... diarias de la vida. Supongo.

Después de unos segundos de ofrecerle algo de mi Anpan, negó con la cabeza.

- Es muy amable de tu parte, no tengo apetito; además he traído conmigo un poco de dinero para ir a almorzar a la cafetería unos minutos más ... - Dijo con un sonrisa Rey. Se quedó pensando un poco más, y luego, soltó un ligero suspiro. - Solo vine aquí para leer un poco, pero ya estaba por marcharme - Sonrió.

- ¡A-ah! - Tartamudeé - Así que ya estabas por marcharte - Sonreí mostrando mis caninos - ¡No te preocupes! Te dejaré leer ya, no vengo a molestarte, en lo absoluto. Además, yo solo me dirigía a comer un poco de mi pan, pero soy tan inútil que dejé la bebida en la casa - Expliqué - De-de hecho... Creo que iré a comprárme una en la cafetería... ¿N-no quieres a-acompañarme? Cla-claro, si lo de-deseas...

—¡A-ah! —tartamudeó ligeramente, como de costumbre. Sinceramente ya me había hecho a la idea de que nunca tendríamos una conversación normal. ¿Por qué será? ¿Estaría tan nervioso como yo? —Así que ya estabas por marcharte —una ligera sonrisa se formó en su rostro dejando ver dos relucientes caninos, mas desvié la mirada inmediatamente de ellos. —¡No te preocupes! Te dejaré leer ya, no vengo a molestar en lo absoluto. Además, yo solo me dirigía a comer un poco de mi pan, pero soy tan inútil que dejé la bebida en casa. —hizo el intento de explicármelo, pero aún me parecía algo extraño el que hubiera elegido el lugar más apartado del campus, al igual que yo... —De-de hecho... Creo que iré a comprar una en la cafetería... ¿N-no quieres a-acompañarme? Cla-claro, si lo de-deseas... —sonreí ampliamente y le miré a los ojos. Algo en mi interior dio un vuelvo inesperado, mi corazón latía a mil por hora de... ¿Alegría? Quizá...

Seguí atisbando sus enigmáticos ojos rojizos y, con un nerviosismo y adrenalina recorriendo mis entrañas, me levanté, jalándolo conmigo. Teniéndolo en frente, me alcé de puntillas y deposité un suave beso en su mejilla izquierda, para luego sentir como mis mejillas ardían fuertemente.

—Me encantaría... —ladeé la cabeza y le tomé de la mano, jalándole suavemente conmigo, caminando hacia la cafetería del instituto....

Después de todo lo que dije, sonrió ampliamente y me miró a los ojos. Sentí paz interior.

Cerré mis ojos contemplando la brisa que mía mi cabello. Esa paz fue interrumpida por Rey, que, me levantó de en donde estábamos sentados jalándose de el brazo. Aún así, tenía mis ojos cerrados. Cuando abrí los ojos para despedirme, noté que ella estaba muy cerca de mi. Demasiado cerca de mi. Exageradamente cerca de mí. Muy, muy, pero muy cerca de mí. Depositó un beso en mi mejilla izquierda. ¡¿Qué? ¿Q-QUEEEEEEEEEE?!

- Me encantaría... - Ladeó la cabeza mientras me respondía. Seguido, me tomó de la mano, jalándome delicadamente.

Me solté de su mano y dejé que ella caminara un poco. Tomé un suspiro.

- Gracias.

Temí lo peor, he de decir, cuando luego de haber besado improvisadamente su pómulo izquierdo y haberlo jalado conmigo haya soltado mi mano.

¿Erré al hacer algo como aquello? Era lo más probable, sin embargo, una parte de mí no se arrepentía, esa parte que siempre está muy en el fondo, invisible...

Caminé unos cuantos pasos más, tambaleante. Mis piernas comenzaron a verse trémulas, tanto así que me vi obligada a detenerme, asustada.

"Simplemente no es así... lo juro..." pensé muy en mi fuero interno y, a pesar de todo, me lo creía.

Mis mejillas, ahora completamente rojas, ardían con fuerza, descolocándome aun más.

Estaba a punto de salir corriendo muerta del bochorno cuando oí aquellas ligeras, dulces y delicadas palabras escaparse de los labios de Nicolae.

— Gracias. — e, independientemente de saber que ese agradecimiento no significaba mucho, me hizo verdaderamente feliz. Tanto fue así que, en un impulso completamente infundamentado, me giré rápidamente sobre mis talones y corrí a abrazarle.

¿Por qué este sentimiento tenía que ser tan extraño? Me alentaba a hacer cosas que nunca deberían haber sucedido.

Escondí mi rostro en su pecho, importándome poco si el abrazo era correspondido, simplemente me dediqué a aspirar su aroma...

Primer día y ya haciendo cosas anormales ¿No?

—Prométeme que, para mañana, esto jamás habrá sucedido. — arrastré las palabras en un hilillo de voz, porque yo, Crosseyra Rey, no tenía permitido enamorarme...

Era un tonto. ¿Gracias?, ¡GRACIAS PORQUÉ, MALDICIÓN!

La verdad es que ni yo mismo lo sé. Pero, lo único que logré descifrar es que, al decir ésas palabras mi corazón se liberaba fuertemente de una gran carga de no se qué. Pero sentía bonito al decirlas, y más enfrente de Rey.

Estaba punto de darle un abrazo para a Crosseyra, pero una fuerza me tomo inadvertido. Sentía cómo unos finos y delicados brazos envolvieran mi cuerpo. Volteó a ver el rostro de la persona que le estaba provocando esa extraña sensación. Logró divisar a una sonrojada Crosseyra escondiendo su rostro en su mismísimo pecho.

— Prométeme que, para mañana, esto jamás habrá sucedido.

Reaccioné lo más pronto que pude y devolví su abrazo con una suave sonrisa en el rostro. Me agaché un poco para estar a la altura de su oído, y, entre susurros, le dijo:

— Că te iubesc — Sintió que su corazón se le iba a salir del pecho de un salto, y el ocultaba su rostro super rojo en una pared invisible. — Y trataré de cumplir la promesa.

No, éste rumano nunca se había enamorado tan fácilmente.